Venecia, finales del siglo XVI: una ciudad en expansión y despiadada en la que hasta las paredes tienen ojos, el dux usa puño de hierro y el Santo Oficio sospecha de todos y no duda en mandar a buscar a un pobre y darle dos secciones de cuerda La Serenissima observa, escucha y condena. Incluso injustamente. Y es precisamente para escapar de una acusación infundada que Michele, un joven albañil, se ve obligado a embarcarse en una prisión dejándolo todo y sin tiempo siquiera para saludar a su bella esposa Bianca, de apenas diecisiete años. Desterrado de Venecia, remando en un barco que vaga por el Mediterráneo cargado de lentejuelas y especias y sin esperanzas de volver pronto, Michele vivirá extraordinarias aventuras en las olas, en las islas y en los puertos del mare nostrum, hasta aterrizar en el tierras del Sultán. Para sobrevivir, con sus pensamientos siempre puestos en Bianca, de un niño desprevenido e inexperto tendrá que convertirse en un hombre astuto, valiente y fuerte. Mientras tanto, Bianca está completamente sola en la ciudad, entre los palacios de los señores y el gueto. Su temperamento tenaz y orgulloso tendrá que enfrentarse a pruebas más duras si cabe que las de Michele, y encuentros no menos terribles e importantes le esperan en el laberinto de callejones y calli, entre los intensos perfumes de las boticas, la de pan cocido, en el horno de barrio, el torso de agua fría en que lavar la ropa y pajas piojosas que son la única cama de los pobres.