Es un viaje, es abrirse en canal, es echarle agallas y plantarle cara al miedo. Es un corazón fuera del pecho, muchos cafés y alguna noches en vela. Bueno, muchas, seamos sinceros. Es abrazarse el cuerpo quebradizo y lamerse las heridas. Es calor, refugio y casa.
El bosque de los 100 acres es hogar.
Bienvenidos.