Su autor indaga una vez más sobre unos ambientes, unos seres cuya ansia de poder, tanto social como financiero, está maquillada hipócritamente por la máscara de la moral y la circunspección burguesa. Gente que se sirve del teléfono o de la firma de un cheque para ordenar humillar o aniquilar a otro ser. Ruano, un veterano ex-policía, jubilado prematuramente, se encarga de un nuevo asunto. Una pareja aparentemente adúltera, yace muerta en el interior de un coche siniestrado. Unas bragas y una botella de whisky inducen a pensar que fue el desenlace de un atardecer de lujuria... Un joven ejecutivo ha desaparecido y no se encuentra su cadáver. Un recluso muere con la cabeza reventada mientras se ducha en el módulo carcelario... José Costero nos dice en "No pisar el césped" que hay espacios, alfombras o moquetas, hay céspedes verdeantes y bien cuidados en los que no puedes penetrar ni pisar sin sufrir las consecuencias.